domingo, 20 de mayo de 2012

El retorno a Eze y la conquista de la cima de Simboule

La Costa Azul, aparte de la Niza Eterna que una vez y para siempre me enamoró, tiene dos lugares que ocupan una parte imborrable de mis recuerdos. De uno ya hablamos, en nuestro primer viaje: Villefranche sur Mer.

El otro está más al oeste de Niza, y tiene la peculiaridad de hallarse fragmentado en dos zonas: aquella que está junto al mar, donde nos deja el TER, y esa otra que está en la cima de una colina, donde sólo llega la carretera tras un par de sinuosos tramos al dejar atrás Niza.

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El Viajero Errante abrió su Guía por la página correspondiente a esa aldea que los antiguos fenicios habrían dedicado a la diosa Isis.

Leyó las largas explicaciones del libro de los Secretos; supo así que en ese lugar se habían refugiado los habitantes de los lugares más cercanos a la costa, durante los numerosos asedios que se habían vivido a lo largo de la historia.

Miró al horizonte. Desde allí todo parecía tan lejano, tan distante… el adjetivo “Azul” para esa Costa era aún más cierto desde esa perspectiva. Tan alto, el mar se veía tan grande, y tan azul… y los montes, estribaciones meridionales de sus hermanos mayores los Alpes, tan verdes junto al mar… el paisaje era precioso.

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El Viajero Errante sabía que ese día un episodio terminaba. Las palabras de la Sacerdotisa, vaticinando un largo viaje a través del Desierto de la Duda , no dejaban lugar a duda:

“… pero antes deberás caminar por los terrenos conocidos...”

A las puertas de la fortaleza amurallada de Eze, el Viajero Errante supo de repente que estaba a punto de cruzar el último umbral conocido en esa región.

Eze era el último episodio de esa nueva historia escrita en capítulos que tenían un encabezado lleno de recuerdos. Lo demás sería realmente nuevo, no habría recuerdos, sino descubrimientos, no habría memorias, sino momentos… no reconocería las piedras de un camino ya recorrido porque la senda sería, a partir de entonces, completamente nueva.

Y el Viajero Errante dirigió sus pasos bajo el arco de bienvenida…

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EZE SUR MER – CAMINO DE NIETZSCHE – EZE VILLAGE

Cuando cogemos el tren en Nice St Augustin en dirección a Eze sur Mer nuestro trayecto no dura mucho. Apenas los instantes que el tren emplea en la parada de la Gare Central Nice Ville, una para más en Nice Riquier, y después lo que tarda en recorrer la distancia hacia Villefranche sur Mer, Beaulieu sur Mer, y por último el término que hoy nos ocupa, Eze sur Mer.

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Eze sur Mer

Eze sur Mer no tiene mucho que ver. Es un sencillísimo pueblo al borde del mar, con algunos bares junto al tramo de carretera que lo atraviesa y multitud de residencias y villas de verano. Tiene su encanto porque es pequeño y está al abrigo de una montaña plagada de verde… pero no es el pueblo con más atractivos del mundo, desde luego; y menos aún si tenemos en cuenta que la playa es diminuta y está llena de guijarros.

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La obligación para quien se dirige a visitar Eze es subir a Eze Village, esto es, el pueblo que está sobre la colina. Para llegar existen dos opciones: podemos ir en bus, desde Niza o desde Eze sur Mer; o bien podemos subir caminando, cogiendo la ruta que parte de Eze sur Mer y bordea la montaña de la Moyenne Corniche hasta llegar a Eze Village.

El Camino de Nietzsche

El sendero denominado “Chemin de Nietzsche” se toma desde Eze sur Mer, a pocos metros –apenas cincuenta- de la estación de tren. Es una ruta muy bien delimitada que une, a pie, Eze sur mer con su hermano Eze village; la distancia recorrida es de poco más de dos kilómetros, con el inconveniente de que el desnivel salvado es bastante grande y por tanto conviene tomarnos el ascenso con calma.

clip_image012El camino es precioso, bordeamos la colina y vamos dejando allá abajo a Eze sur mer, convirtiéndose en una imagen que, al término de nuestro ascenso, nos recordará a una maqueta de tren, y el mar aparecerá ante nosotros –si tenemos suerte y hace sol- más azul, si cabe, que en otros puntos de la región de la Côte d’Azur.

El final de la ruta al llegar a Eze Village es quizá lo más latoso del sendero; los últimos metros del sinuoso ascenso se salvan mediante innumerables escalones que convierten nuestro caminar en algo más tortuoso de lo que es a lo largo del trayecto.

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EZE VILLAGE

IMPORTANTE: Eze village no es nada recomendable para personas con movilidad reducida; los accesos a los locales, a las plazas y a las calles son todos, o casi todos, mediante escalones de piedra, irregular en muchos de los casos.

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Este pueblo aparece ante nosotros como una pequeña maqueta de la fortaleza de Minas Tirith, para los aficionados a la saga del Señor de los Anillos; los edificios, todos en piedra, con puertas de madera y barrotes de metal en las ventanas; los letreros, escritos con letras que recuerdan épocas medievales; los faroles, quizá no medievales pero sí, digamos, decimonónicos; y finalmente, la artesanía, los escudos, los emblemas, los símbolos que se pueden encontrar en las esquinas, locales y tiendas de arte de las pequeñas callejuelas de Eze… todo ello crea una atmósfera muy difícil de describir, pero sorprendente y atrayente en cualquier caso.

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El mejor consejo que se puede dar si vamos a visitar Eze, es que vayamos ya sea pronto por la mañana o tarde por la tarde, puesto que es un pueblo con una gran afluencia de turistas durante todo el año, y el tamaño de las calles provoca incomodidades si vamos “en hora punta”

No se puede dejar de visitar el Jardín Botánico, más que por el interés en las especies allí guardadas, por la vista que hay de Niza y la parte oeste de la Côte d’Azur; la capilla de Nuestra Señora de la Asunción, con el amarillo y beige tan característico de las iglesias de esta región; y veremos el Relais & Châteaux “La Chèvre d’Or”, hotel-restaurante que ocupa una gran parte del pueblo y que funciona dando servicio de hospedaje respetando con bastante sintonía la atmósfera que se respira en el lugar.

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El Viajero Errante terminaba su viaje de recuerdos. Una nueva etapa en su camino comenzaba, dejando atrás las memorias imborrables de un momento irrepetible, revividas de alguna forma a través de un viaje inolvidable entre las villas y ciudades levantadas al borde del mar. Villas y ciudades con historia, conocidas hacía tiempo, quedaban atrás; ante él se abrían nuevos caminos de esa región que aún tenía secretos esperando a ser descubiertos.

Antes de seguir su camino, antes de dirigir sus pasos lejos del Desierto de la Duda y adentrarse en las Montañas del Porvenir, recordó las últimas palabras pronunciadas por la anciana que le ayudó a encontrar el baluarte.

No busques en otros las respuestas que sólo puedes encontrar en tu interior

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LA GRANDE CORNICHE: HACIA LA CIMA DE SIMBOULE Y EL FORT DE LA REVÈRE

Una vez que hemos visto Eze Village, que hemos caminado por sus calles viendo las tiendas de cristalería y cuero tradicional, hemos terminado con el capítulo urbano de nuestra visita.

¿Qué podemos hacer a continuación?

Cuando salimos del casco antiguo de Eze Village podemos dirigirnos al Hotel Du Golf a comer, es una buena opción. Se come bien, ofrecen una especialidad del día, y de precio, para estar en uno de los puntos turísticos más importantes de la Côte d’Azur, es asequible (25 euros por plato, postre, café y cerveza es muy asequible en esta región)

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Otra opción, si aún nos quedan fuerzas después de haber recorrido el Camino de Nietzsche, es continuar nuestro ascenso hasta la Cima de Simboule.

Dejamos atrás la senda de Nietzsche, Eze Village y tomamos la Avenida de Verdun, dirección Monaco-Menton. Caminamos a lo largo de aproximadamente 500 metros y tomamos el desvío que hay indicado a la izquierda.

clip_image032Y el ascenso comienza, entre bosques que irán desapareciendo conforme los metros se superan, en favor de arbustos y hierbas bajas. El sendero es fácil de seguir, y además hay muchas indicaciones de color amarillo que señalan cada uno de los desvíos.

El tiempo de ascenso es ligeramente inferior al indicado en el cartel informativo, si estamos acostumbrados a caminar por la montaña. Si no estamos habituados, la pendiente es fuerte pero encontraremos muchos sitios donde parar y tomar aire.

Y por último, cuando llegamos arriba, vemos toda la plana occidental de la Côte d’Azur, el aeropuerto y Niza, el cabo de Antibes, y si el día es claro alcanzaremos a distinguir la silueta de la Cornisa del Esterel, ya en el departamento de Var. Al este encontramos las montañas que abrigan Monaco y los últimos kilómetros del reino francés, Menton, antes de alcanzar la frontera italiana en Ventimiglia.

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¿Qué hay que ver en la Cima de Simboule además de un increíble paisaje? Por un lado, el Parque departamental, con un aula explicativa de todas las especies animales típicas de la región. Por otro, el Fort de la Revère, una fortificación en la misma cima que sirvió como prisión y depósito de prisioneros desde su construcción en 1885. La historia del fuerte es peculiar, y merece la pena echarle un vistazo: En savoir plus… Le Fort de la Revère.

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Y con las vistas desde la Cima de Simboule, así como de los Alpes, termino la narración de una de las excursiones más bonitas que hice en la Côte d’Azur. En 2008 prometí volver a Eze, porque me impactaron su belleza y sus vistas; el retorno a Eze en 2012 trajo de regalo el descubrimiento de la ruta a la Cima de Simboule, un remanso de paz entre la marea de turistas que baña cada rincón de las playas de la región.

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Un último café, esperando al tren que me llevaría de vuelta a Niza, es la foto de cierre, junto con el vídeo de despedida con dedicatoria final.

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