domingo, 29 de abril de 2012

Open Day Les Roches Marbella 2011… un año después.

Fue una tarde, la del 28 de abril de 2011, cuando vi por primera vez la característica montaña que hay junto a Marbella y Puerto Banús. El autobús que debía llevarme desde Málaga hasta Marbella me dejó en la Estación de Autobuses un jueves a eso de las tres de la tarde. Lo que recuerdo después es un café en una terraza de la playa de Marbella, y un par de visitas para ver pisos.

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Hoy, 29 de abril de 2012, hizo ya un año de la Jornada de Puertas Abiertas en Les Roches Marbella. Una jornada a la que asistí con pocas expectativas o ninguna, decidido y dispuesto a sorprenderme con lo que descubriera, con lo que me contaran.

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Consecuencia de ese primer momento fue todo lo que ocurrió a partir de entonces. Pararse ahora a dar todos los detalles es una tarea dura y bastante aburrida para quien no me conozca personalmente.

El dato con el que me quiero quedar es que hoy hace exactamente un año que esta etapa comenzó. Y en el fondo, ya en aquel momento sabía que esto sería así de apasionante.

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Pues eso es lo que hacemos… aprender a volar… poco a poco.

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Y el Viajero Errante escribió en su diario: “… mientras tanto, seguiremos caminando…”

jueves, 26 de abril de 2012

(Versión española) La eternidad de Rafa Nadal

De Nice St Augustin a la Halte Monte-Carlo Country Club. Domingo, 22 de abril de 2012.

Eran las dos menos diez de la tarde en la pista central del Monte-Carlo Country Club. Mientras que el maestro de ceremonias presentaba a los dos mejores jugadores de tenis del mundo, la inimitable voz de Adele nos daba la bienvenida con “Rolling in the deep”.

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La descripción y el currículum de cada jugador lo podemos encontrar en cualquier diario deportivo, y también, por supuesto, en cada página web relacionada con el mundo del tenis. Lo que no podemos encontrar, lo que no llegamos nunca a descubrir, es la sensación verdadera, los sentimientos reales que se tienen durante el período de espera para un partido entre el número uno y el número dos del mundo. Lo digo, precisamente, porque hasta el domingo pasado, 22 de abril de 2012, yo no conocía esos sentimientos.

El escenario, inimitable: la central del Monte-Carlo Country Club; los protagonistas, excepcionales: el primero contra el segundo del ránking mundial. Y finalmente, el entorno, magnífico; las montañas, tan cerca del Mediterráneo como si de repente se fueran a caer sobre el estadio.

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A las dos menos diez, como decía, comenzamos a escuchar la música de Adele. Y allá abajo, en la esquina de la pista, alcanzamos a ver una bandera de España llevada por un niño; y detrás de él descubrimos la figura que hemos visto tantas veces por la tele; es Rafael Nadal, a quien veo por segunda vez en mi vida pero por primera vez antes de un partido; vemos la figura de Nadal que salta, salta realmente alto como diciendo: “aquí estoy, estoy listo”. Después, detrás de una bandera de Serbia, descubrimos otra figura. Más calmada, más fría, se trata de Novak Djokovic haciendo realidad la imagen que tenemos de la gente de Europa Central y del Este con su carácter más cerrado.

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Tras la presentación oficial de ambos jugadores llega el momento del calentamiento inicial; las bolas pasan sobre la red lentamente, mientras los jugadores encuentran las sensaciones, los « feelings » del día con su raqueta; después, un breve instante para practicar el saque. Pero los minutos pasan rápido. El momento de la verdad llega cuando Carlos Bernardes dice a través del micro: “TIME”

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Pero, ¿qué ocurre ? Sólo vemos la figura de Novak salir a la pista. Miramos de nuevo al banquillo: ¿Rafa aún está ahí? Sí, efectivamente, el siete veces ganador de Monte-Carlo está aún sentado. ¿Cómo es posible? La explicación puede ser simple: el Príncipe “extraoficial” de Monte-Carlo decidirá por sí mismo cuándo va a empezar la final. Se toma su tiempo, siete años de victorias aquí le otorgan ese derecho.

Finalmente se levanta. Sí, el momento ha llegado y tanto el último vencedor del torneo como el aspirante a la copa están ya preparados para el duelo. Desde las gradas lo podemos ver; a diferencia del televisor, el directo nos permite apreciar los pequeños detalles: las dudas iniciales de ambos jugadores, el período de adaptación, los primeros golpes. Pero sobre todo sentimos el ambiente, vemos las caras de los jugadores, sus reacciones, sus movimientos…

Es increíble ver en directo la derecha de Novak Djokovic, desde la esquina izquierda de la pista, sobre la línea de fondo. Cómo abre sus brazos, mueve ligeramente sus pies, para una adecuada recepción de la bola… y el golpe de Nadal en carrera, remontando de un lado a otro de la línea de fondo, para terminar con su derecha letal desde la media pista.

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Sobre el saque en directo, sólo puedo decir que es increíble la velocidad de la bola, por supuesto, pero sobre todo la velocidad de los movimientos de los jugadores; cada uno con su técnica y su estilo, pero ambos con una ejecución tan perfecta… tan bella.

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Respecto al ambiente, fue increíble “escuchar” el silencio durante el primer set. Cuando el partido se mantuvo igualado (los breves momentos en los que lo estuvo) sólo se escuchaba el viento, los pájaros y el mar durante los segundos en que cada jugador se tomaba su tiempo para sacar. En el segundo set el ambiente cambió un poco cuando Rafa caminaba ya seguro hacia su octava victoria en MonteCarlo.

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Algunos instantes del partido entre Novak Djokovic y Rafa Nadal. 22 de abril de 2012.

Y finalmente, la ceremonia ; su Alteza Real el Príncipe Alberto llega con su mujer Charlene y los dos entran a la pista, ahora llena de personas importantes, de directores y responsables del torneo. Las palabras de Djokovic, que no parecía demasiado motivado (y, sobre todo, que nada pudo hacer frente a Nadal) son breves y respetuosas con su rival; Rafa, por su parte, no parece muy parlanchín y sus palabras son breves también, nada especial aparte de su agradecimiento a todas las personas que hacen posible este increíble torneo (público incluido)

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No he querido sumergirme en demasiados detalles técnicos que puedan aburrir, o que se puedan encontrar en cualquier otro sitio de internet. He intentado describir lo que más me llamó la atención del partido que tuve la suerte de presenciar el domingo 22 de abril entre Novak Djokovic y Rafael Nadal.

Porque como todas las historias para recordar, la suerte –o como lo queramos llamar- no quiso perderse esta cita; así, pude salir antes del trabajo para llegar a tiempo de coger el último tren que me permitiría llegar a la parada del Monte-Carlo Country Club con tiempo suficiente para ver la presentación del partido. Dejaron pasar comida al recinto, con lo cual pude comer tranquilamente los bocadillos que había comprado. El número uno y dos del mundo se clasificaron para la final, la primera final que he ido a ver en mi vida. Y sobre todo, después de una semana con un tiempo espantoso y un viento increíble, el único protagonista de la tarde del 22 de abril fue el sol, acompañado a veces, eso sí, de viento, pero no tan fuerte como en días anteriores.

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La suerte, o como lo queramos llamar, fue responsable de que pudiera ver un espectáculo inigualable; tal vez no fue el mejor enfrentamiento de la historia… pero sí fue la oportunidad de mi vida, la ocasión de ver a Rafa Nadal ganar su octavo torneo de Monte-Carlo.

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Una victoria que llegó tras un saque largo a la esquina derecha del cuadro de Djokovic. Una bola no demasiado fuerte pero demasiado inalcanzable para el brazo de Novak. Una bola que se pierde en el fondo de la pista y le da la victoria a Rafa… un Rafa ya inmortal, ya eterno.

(Version française) L’éternité de Rafael Nadal

Arrivée au terrain central du Monte-Carlo Country Club. Dimanche, 22 Avril 2012.

C’était 13:50 de l’après-midi au court central du Monte-Carlo Country Club. Pendant que le maître de cérémonies a présenté les deux meilleurs joueurs de tennis du monde, la inimitable voie d’Adele nous a donné la bienvenue avec « Rolling in the deep ».

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La description et le bagage de chaque joueur on peut le trouver dans quelque journal sportif, et aussi, bien sûr, dans chaque web concernant au monde de tennis. Ce qu’on ne peut pas trouver, ce qu’on n’arrive jamais à découvrir, c’est la vraie sensation, les vrais sentiments qui viennent pendant la période d’attente pour un match entre le 1er et le 2ème joueur de tennis du monde. Je le dis, précisément, parce que jusqu’à dimanche dernier, 22 Avril 2012, je ne connaissais pas ces sentiments.

Le scénario, inimitable : la centrale du Monte-Carlo Country Club ; les protagonistes, exceptionnels : première contre deuxième mondial. Et finalement, l’endroit, magnifique ; les montagnes si près de la mer Méditerranée comme si soudain elles allaient tomber sur le stade.

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À 13 :50, comme je disais, on commence à écouter la musique d’Adele. Et là-bas, dans le coin du terrain, on arrive à voir un drapeau d’Espagne porté par un enfant. Et derrière lui on découvre la figure qu’on a vu tellement de fois à la télé ; il est Rafael Nadal, à qui je vois pour la deuxième fois de ma vie mais la première fois avant d’un match. On voit la figure de Nadal qui saute, pas discrètement mais vraiment haut comme en disant : « je suis là, je suis prêt ». Après, en arrière d’un drapeau de la Serbie, on découvre une autre figure. Plus calme, plus froid, il s’agît de Novak Djokovic en faisant réalité l’image qu’on a des personnes de l’Europe Centrale et de l’Est, avec son caractère plus fermé.

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D’abord, le échauffement initial ; les balles passent sur le filet doucement, pendant que les joueurs trouvent les sensations, les « feelings » du jour avec sa raquette ; après, un petit moment pour pratiquer le service. Mais les minutes se passent vite. Le moment de la vérité est déjà arrivé, quand Carlos Bernardes dit au micro : « TIME »

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Mais, qu’est-ce qui se passe ? On voit seulement la figure de Novak qui sort sur le terrain. On regarde de nouveau les banquets : Rafa il est toujours là ? Oui, effectivement, le 7 fois gagneur de Monte-Carlo est encore assis. Comment est-ce que ça c’est possible ? L’explication peut être simple : le Prince « extra-officielle » de Monte-Carlo décidera lui-même quand est-ce que la final va commencer. Il prend son temps, sept années de victoires ici lui donnent le droit.

Finalement, il se lève. Oui, le moment est déjà arrivé est tant le dernier vainqueur comme l’aspirant à la coupe sont déjà prêts pour le duel. Depuis les gradins on peut leur voir ; à différence de la télé, on peut apprécier les petits détails : les doutes initiales, la période d’adaptation, les premiers coups. Mais surtout, on sent l’ambiance, on voit les visages des joueurs, leur réactions, leurs mouvements…

C’est incroyable voir en direct la droite de Novak Djokovic, depuis le coin gauche du terrain, sur la ligne de fond. Comment il ouvre ses bras, bouge légèrement ses pieds, pour une bonne réception de la balle… Et le coup de Nadal en carrière, d’un côté à l’autre du fond, pour finir avec sa droite létal depuis la moitié du terrain.

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Sur le service en direct, la seule chose que je peux dire est que c’est choquant la vitesse de la balle, bien sûr, mais surtout la vitesse et l’automatisation des mouvements des joueurs ; chacun avec sa technique, son style, mais tous les deux avec une exécution si parfaite, si belle.

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Pendant le première set, quand le match a retenu encore l’émotion et une certaine égalité au résultat, c’était incroyable le silence pendant les secondes pris pour les joueurs pour le service. Dans certains moments on a écouté que le vent, que la mer ou que les oiseaux… et rien d’autre. Tout a changé dans le deuxième set, quand Rafa marchait sûr pour une huitième victoire à Monte-Carlo.

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Moments du match entre Novak Djokovic et Rafael Nadal. Dimanche, 22 Avril 2012.

Et finalement, la cérémonie ; SAS le Prince Albert vient avec sa femme Charlene, et tous les deux entrent sur le terrain, maintenant plein de personnes importantes, plein de directeurs et responsables du tournois. Les mots de Djokovic, qui n’avait pas l’air très motivé (et, surtout, qui n’a rien pu faire face à Nadal), sont briefs et respectueuses avec son rival ; Rafa, de son côté, ne semble pas très bavards et ses mots sont aussi briefs, rien special hors de son agraiements à tous les personnes qui ont fait réalité cet incroyable tournois (le public inclus)

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Je n’ai pas voulu donner trop de détails techniques et ennuyants, je pense qu’on peut les trouver dans n’importe quel autre site internet. J’ai essayé de décrire ce qui m’a plaît le plus pendant le match que j’ai eu la chance de voir le dimanche 22 avril entre Novak Djokovic et Rafa Nadal.

Parce que comme dans toutes les histoires dont nous nous rappelons, la chance –o ce qu’on préfère pour l’appeler- n’a pas voulu se perdre ce rendez-vous ; en fait, j’ai pu sortir avant du travail pour arriver à l’heure de prendre le dernier train pour arriver à la Halte MCCC ; en plus, ils ont laissé entrer au Club avec nourriture dans le sac, donc j’ai pu manger les sandwichs que j’avait acheté ; le numéro un et deux mondiales se sont classifiés pour la première final que je vois dans ma vie… et surtout, après une semaine de temps horrible et un vent incroyable, le seul protagoniste de l’après-midi du dimanche 22 avril c’était le soleil, accompagné parfois du vent… mais pas si fort comme les autres jours.

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La chance que j’ai eu de voir un spectacle unique; peut être il n’était pas le meilleur match de l’histoire, bien sûr… mais il s’agîssait de la chance de ma vie pour voir Rafa Nadal gagner son huitième tournois de Monte-Carlo.

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Une victoire qui est arrivé après un long service dirigé au coin droit du carré de Djokovic. Une balle pas très forte, mais trop inalcanzable pour le bras de Novak. Une balle qui se perd par le fond du terrain et le donne la victoire à Rafa… un Rafa déjà immortel, déjà éternel.

jueves, 19 de abril de 2012

(Versión española) Sous le haut patronage de S.A.S. le Prince Souverain de Monaco…

… ayer por la tarde, a eso de las 6, se produjo finalmente uno de los momentos más esperados de mi vida.

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Fui hasta el corazón del Monte-Carlo Country Club, el club de tenis de Monaco-MonteCarlo. Todas las historias de leyenda, las que debemos recordar toda nuestra vida, tienen siempre un momento que ocurre por casualidad. Y en esta ocasión la casualidad no se quiso perder la oportunidad de hacerse presente.

Por eso ayer encontré a esa persona que me dejó, por casualidad, hacer la foto que encontramos bajo estas líneas. Ahí se jugará la final el próximo domingo… ahí es donde Rafael Nadal, vestido de héroe cada vez que vino a este territorio, ha hecho los “seven in a row”, las siete victorias consecutivas, algo conseguido por nadie hasta el momento.

Monte-Carlo Country Club Central Court, 18-4-12

El próximo domingo iré de nuevo, pero fue ayer, sobre todo ayer, el momento en el que pude por fin ver la pista, “sagrada” en cierto sentido para muchos, la tierra batida del Principado de Monaco, por primera vez en mi vida. Una vez inolvidable, inigualable, y sobre todo, irrepetible.

Es ahora, un día después, delante de un café bien caliente, cuando leo el programa oficial del torneo y llego a entender casi por completo la intensidad de mis emociones ayer por la tarde… y el alcance de ese momento.

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El domingo que viene, el final de esta historia… tan corta, tan intensa.

(Version française) Sous le haut patronage de S.A.S. le Prince Souverain de Monaco…

… hier après-midi, vers 18 heures, s’est produit finalement l’un des moments les plus espérés de ma vie.

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Je suis allé jusqu’au cœur du Monte-Carlo Country Club, à Monte-Carlo, Monaco. Toutes les histoires de légende, dont nous devons nous rappeler toute notre vie, ont toujours un moment qui arrive par hasard. Et dans cette occasion, le hasard n’a pas voulu perdre la chance de faire sa présence.

C’est pour ça que hier j’ai trouvé cette personne qui m’a laissé, par hasard, prendre la photo qu’on peut trouver au-dessous de ces lignes. C’est là où on jouera la final dimanche prochain… là où Rafael Nadal, déguisé d’héro chaque fois qu’il est venu à cette territoire, a fait les « seven in a row ».

Monte-Carlo Country Club Central Court, 18-4-12

Dimanche prochain j’y irai de nouveau, mais c’était hier, surtout hier, le moment où j’ai pu en fin voir le terrain qu’on dirait sacré, la terre batue du Principauté de Monaco, pour la première fois de ma vie. Une fois inoubliable, inégalable, et surtout, irrépétible.

C’est maintenant, un jour après, devant un café bien chaud, quand je lis le programme officiel du tournois et j’arrive à comprendre presque entièrement l’intensité de mes émotions hier après-midi… et la portée de ce moment.

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Dimanche prochain, la fin de cette histoire… si courte, si intense.

domingo, 15 de abril de 2012

El inicio del viaje (I)

Todo comenzó aquella mañana de viernes, 6 de enero de… supongamos, 2012.

En esta ocasión no había árbol bajo el que encontrar los paquetes de Sus Majestades pero, en su lugar, había una mesa de madera a los pies de la que habían puesto sus zapatos… sólo por si acaso. Y claro que encontraron cosas, ¡pues no son listas Sus Majestades! Por una parte, la compañía: su hermana había venido a visitarle, lo cual era ya de por sí uno de los mejores regalos que podía pedir.

Por otra, dos libros: uno, el libro que contenía los secretos que el Viajero Errante debería desentrañar a lo largo de su tortuoso viaje por el Desierto de la Duda; otro, el libro que permitiría al Viajero Errante recordar que por muy lejos que estuviera, siempre habría algo de él en su ya lejana Vetusta… y a la vez, siempre habría algo en él de los que formaban el Último Bastión.

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Juntos, el Viajero Errante y su hermana, partieron a la mañana. No se fueron muy lejos, escogieron uno de los asentamientos que se levantan cerca de Nikaïa y conocieron la pequeña bahía de Villefranche Sur Mer.

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Continuará…

jueves, 12 de abril de 2012

El estandarte

El Viajero Errante observó lo que el comerciante de la esquina tenía en uno de los recipientes de madera. Era el escudo que tanto había buscado, el símbolo… el estandarte. Comprender su significado le había ayudado a entender a aquellas gentes de las que estaba rodeado, en aquella tierra extraña a la que estaba unido por el mar que la bañaba.

Se acercó a preguntar cuánto pedía por uno de aquellos escudos forjados en hierro. Cuando escuchó al tendero decir el precio no se pudo creer que pretendieran sacarle una fortuna por un simple símbolo más pequeño que la superficie de su pulgar.

Apenado por su truncada ilusión dirigió sus pasos fuera de la Fortaleza.

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Una anciana se dirigió hacia él, y con mirada curiosa le preguntó lo que le ocurría. El Viajero Errante confesó su problema, que no habría pasado de ser una anécdota si no llevara meses buscando aquel objeto. “Ven conmigo”, dijo ella. Él la siguió, con la actitud de un niño pequeño que sólo quiere ver su curiosidad satisfecha cuanto antes.

Caminaron a través de una de las calles que descienden desde la muralla hasta la Vía que une la Fortaleza con la Ciudad del Mar. Casi al final, a punto de cruzar las estatuas de Hermes que indicaban la dirección hacia la Ciudad, encontraron una pequeña tienda escondida entre muros de piedra y tablas de madera. “Aquí encontrarás lo que buscas”, le dijo la anciana.

El Viajero Errante contempló alejarse a la peculiar lugareña que lo había guiado hasta el destartalado comercio ante el que ahora se encontraba. El sol caería pronto, así que debía darse prisa si quería llegar a la Ciudad antes del anochecer. Allí lo vio. No estaba forjado en hierro… era tela.

- “¿No lo tiene en hierro?” preguntó al Comerciante.

- “Hijo, ¿por qué me pides algo que no puedes pagar? Y, ¿por qué desprecias nuestro escudo en tela?”

- “Porque necesito este escudo… necesito ponerlo en mi beca… pero en tela me costará mucho tiempo”

- “¿Te costará mucho tiempo? Tiempo, joven, tienes todo el del mundo. Aquí tienes el escudo… Llévatelo; las primeras puntadas dudarás y el escudo bailará; pronto aprenderás a manejar la aguja con maestría y con cada nueva puntada nuestro escudo quedará más unido a tu beca. Cada puntada que des con tu aguja será como los pasos que das en una tierra que no conoces; al principio todos dudamos, en ocasiones no pisaremos lo suficientemente fuerte y nuestras piernas se tambalearán, pero en otros momentos caminaremos más seguros y nos moveremos con firmeza. Así nuestro escudo quedará unido a ti, siempre.

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El Viajero Errante, habiendo logrado coser el escudo a su beca, satisfecho de su trabajo e ilusionado con el sentido de pertenencia que este símbolo despertaba en él, escribió en su diario: “… mientras tanto, seguiremos caminando…”

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El escudo de la Côte d’Azur tiene tres elementos fundamentales: a la izquierda, líneas verticales en rojo y amarillo, presentes en tantos símbolos y escudos de territorios mediterráneos, posiblemente vestigio de los dominios de la Corona de Aragón; en la esquina superior derecha, un delfín azul con cretas rojas, símbolo de los Señores de Provincias; por último, en la esquina inferior derecha se encuentra un águila coronada sobre tres montones de arena o sobre un mal azul: era el símbolo del Sacro Imperio Romano Germánico, en el que se integró la Casa de Saboya, cuya presencia fue importante y destacada a lo largo de muchos sitios de la Côte d’Azur.

Imagen: I Love PACA

miércoles, 4 de abril de 2012

Cuestión de Tiempo

Al principio de los tiempos todo era Caos.

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El primer orden se estableció entre el Cielo y la Tierra. A ese primer orden establecido le siguió la descendencia del primer matrimonio de los dioses: Titán, Saturno, Cibeles, Océano, Japeto y Temis. Cada uno recibió potestad sobre un elemento diferente.

Titán, como primogénito, pretendía reinar. Sin embargo, Gea, la Tierra, sentía predilección por Saturno, y Titán accedió, tras muchas súplicas de su madre, a ceder el trono al dios del Tiempo. A cambio, sólo pidió una condición:

"El Tiempo exterminará a todos sus hijos varones, garantizando así la continuidad del reinado de mis hermanos los Titanes

Los Titanes creyeron así controlar el Tiempo y asegurar su reinado para toda la Eternidad. Lo que nunca imaginaron es que Cibeles se daría cuenta de la atrocidad cometida por Saturno. Cibeles decidió engañarle y escondió a uno de sus descendientes de las fauces de Saturno. La criatura puesta a salvo fue Júpiter, llamado a convertirse en el padre de los dioses. En su lugar, a Saturno le fue entregada una piedra envuelta en pañales de recién nacido.

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Titán reparó en el truco, y sintiéndose traicionado por Saturno, le declaró la guerra y le venció, haciéndole prisionero. Los titanes creían de nuevo haber controlado el Tiempo y tener el poder del Olimpo para toda la Eternidad. El Tiempo desapareció entonces de la Tierra, derrotado y encerrado en una prisión.

Mientras los titanes saboreaban su victoria, la criatura puesta a salvo por la estratagema de Cibeles crecía sana, robusta y fuerte en la isla de Creta. Cuando fue lo suficientemente mayor se enfrentó y venció a Titán, liberando a Saturno de su prisión, devolviéndole la Corona que la Tierra había deseado darle y encerrando a los titanes en el Tártaro.

La liberación del Tiempo, sin embargo, no supuso el final de la beligerancia entre los dioses del Olimpo. El Destino, caprichoso, había predicho que Saturno sería destronado por uno de sus hijos… y éste no tardó en recelar, precisamente, de su liberador Júpiter. El recelo y el miedo dieron lugar a una declaración de guerra que terminó con la victoria de Júpiter y el destierro definitivo de Saturno. El Tiempo había vuelto a ser derrotado…

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Y sin embargo, tal vez por la debilidad que la Tierra sentía por su hijo predilecto, Saturno encontró un sitio entre los mortales, junto al rey de la región del Lacio, Jano. Pese a su derrota, el Tiempo permaneció enseñando a los hombres del Lacio diversas habilidades. Esa fue la edad de oro y la Tierra sonreía en perpetua primavera.

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Relato extraído de “Mitología griega y romana” de J. Humbert, adornado con algunos extractos personales.

Quizá sea por el hecho de que el Tiempo nunca fue derrotado definitivamente en las historias de la Mitología Clásica. Lo cierto es que cuanto más me empeño en ganarle al Tiempo, más me olvido de que es algo que no puedo controlar. Incluso cuando parece que el Tiempo corre a mi favor… no significa que lo haga en mi contra, pero nunca lo llego a controlar. Y al igual que hizo Saturno con Jano, a quien enseñó artes y habilidades, hay otras veces en las que el Tiempo parece más generoso conmigo, como si se quisiera detener y darme más tiempo del que en realidad nos corresponde a cada uno… Después miro atrás, veo la senda recorrida, y me doy cuenta del Tiempo que ha pasado.

Otro día hablaremos del Destino.

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Y el Viajero Errante escribió en su diario: “… mientras tanto, sigamos caminando”